LOS VÁNDALOS
Para los mártires quechuas
asesinados por la represión
policial
en las protestas por defender la democracia.
Los vándalos insurgieron igual que langostas.
Echaron a perder la vida apacible de los ciudadanos
devoraron los tiernos brotes del manzano
contaminaron la suave piel de las muchachas
y sembraron cenizas sobre la tierra en vez de
semillas.
Los vándalos dejaron desolación y crisis a su paso
alzaron los puños clamaron a sus divinidades
y profirieron en su media lengua
pétreas amenazas a la ciudad indefensa.
En el acento propio de los incivilizados
-pues, ni eran ilustrados ni conocían la letra-
los vándalos gritaban en plazas y calles consignas contra
nosotros
una turba ceñuda que asediaba incontenible el sosiego
de la ciudad.
Famélicos, aborrecibles a los oídos, persistieron en
sus balbuceos,
en corromperlo todo, hostia, agua bendita, botellas de
vino tinto…
Los vándalos se marcharon cargando sus muertos
después de envolverlos en frágiles ataúdes.
Pétreos, inconmovibles, escupían al cielo, gemían su
rabia,
Felizmente el paraíso nunca será de ellos: los
vándalos carecen de alma.
Mientras que nosotros provistos de miel y bienaventuranza
preclaros ciudadanos, espíritus de la Ley, los
ínclitos hijos de la Iglesia
ascenderemos triunfantes y estaremos a la diestra de
Dios Padre,
atentos a que ningún vándalo pretenda enturbiar el
paraíso.
*
Convencidos de volver cuando amanezca
cerrando la muerte en los puños
los “VANDALOS” nos hemos marchado rojos de rabia.
Los ancestrales repliegues andinos que alimentaron
nuestras vidas
aguardan ahora a sus muertos, los “vándalos”.
Nosotros que hemos subsistido masticando siglos de injusticia
dispuestos estamos a restablecer nuestra humanidad
conculcada.
Andahuaylas, diciembre 2022
Pablo Landeo Muñoz
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